En 2004 el mundo se horrorizaba por la filtración de fotografías que mostraban las torturas a las que eran sometidos los detenidos en la cárcel iraquí de Abu Ghraib, que por aquel entonces estaba bajo el control de Estados Unidos tras la invasión al país asiático, que culminó con la captura y ejecución de Saddam Hussein. En abril de este año comenzó el juicio contra la empresa contratista del Ejército estadounidense, acusada por tres víctimas iraquíes, pero fue declarado nulo porque el jurado no llegó a una decisión unánime.
En el juicio civil, que se realizó en los Estados Unidos, la demanda fue contra la empresa contratista militar estadounidense CACI, que proveyó los interrogadores que trabajaron en la prisión. Durante los 16 años que duró el litigio, CACI negó los cargos remarcando que sus empleados no habían infligido maltrato alguno a ninguno de los demandantes del caso.
Por su parte, los demandantes buscan responsabilizar a CACI de crear las condiciones que dieron lugar a las torturas que sufrieron, citando pruebas de las investigaciones del Gobierno de que desde la contratista dieron instrucciones a la policía militar para «ablandar» a los detenidos para los interrogatorios.
El general retirado del ejército Antonio Taguba fue quien dirigió una investigación sobre el escándalo de Abu Ghraib y uno de los testigos del juicio. Su investigación llegó a la conclusión de que al menos un interrogador del CACI debía rendir cuentas por dar instrucciones a la policía militar para que dispusiera condiciones de malos tratos físicos.
Durante el juicio, Taguba dijo ante el jurado que el contratista, Steven Stefanowicz, trató de intimidarlo mientras investigaba los abusos en la cárcel. “Se inclinaba en la mesa, mirándome fijamente. No respondía las preguntas directamente”, “Trataba de intimidarme”.
En un informe realizado en 2004, el general retirado había recomendado que Stefanowicz fuera despedido, reprendido y que perdiera su autorización de seguridad por “permitir y/u ordenar” a la policía militar que participara en tácticas ilegales y abusivas.
Los relatos del horror
Uno de los prisioneros irakí, Suhail Al Shimari, ha descrito agresiones sexuales y palizas durante los dos meses que pasó en la prisión. También recibió descargas eléctricas y fue arrastrado por la prisión con una cuerda atada al cuello.
En tanto que, Salah Al-Ejaili, ex periodista de Al Yazeera, declaró que lo sometieron a posturas de tensión que le provocaron vómitos de líquido negro. También se lo privó de sueño, se lo obligó a llevar ropa interior femenina y se lo amenazó con perros.
Luego de la anulación del juicio, Baher Azmy, director jurídico del Centro de Derechos Constitucionales que representa a los demandantes de Abu Ghraib en este caso, declaró ante la prensa: “Este es un caso histórico de derechos humanos. Digamos que se encuentra entre las muchas docenas, tal vez incluso cientos, de casos presentados para intentar impugnar las prácticas de tortura de Estados Unidos en los tribunales de ese país. Esta es la primera y única vez que los sobrevivientes de la tortura han acudido a un tribunal de Estados Unidos y han podido testificar realmente sobre lo que les sucedió. Y los tres lo hicieron y brindaron un testimonio desgarrador y poderoso, lo que demuestra su notable coraje y resistencia durante estos 15 años en los que enfrentaron todos los obstáculos que estos poderosos intereses les pusieron por delante. Pero pudieron contar su historia”.
A pesar de la anulación, por falta de acuerdo entre los jurados, los demandantes tienen la posibilidad de solicitar un nuevo juicio.
El filtrador
Joseph Darby fue el miembro de la policía militar de los Estados Unidos que en 2004 alertó por primera vez al mando militar estadounidense de los abusos a prisioneros en la prisión de Abu Ghraib en Irak. En enero de 2004, Darby envió un disco compacto con fotografías y una nota anónima al agente especial Tyler Pieron del Comando de Investigación Criminal del Ejército de los Estados Unidos, que estaba destinado en la prisión de Abu Ghraib. Esto desencadenó una investigación que llevó a la implicación de varios soldados de violar la Convención de Ginebra.
Meses después, el caso tuvo repercusión mundial luego de ser expuesto en un informe del programa periodístico estadounidense 60 Minutes II.
Darby inicialmente quiso permanecer en el anonimato, pero se hizo conocido después de que el entonces secretario de Defensa de George W. Bush, Donald Rumsfeld, lo nombrara públicamente durante una audiencia del Senado.
Desde la revelación, Joseph Darby y su esposa, Bernadette, han sido víctimas de acoso en su comunidad. Han sido rechazados por amigos y vecinos, su propiedad ha sido vandalizada y ahora residen bajo custodia militar protectora en un lugar no revelado. Bernadette dijo: «No recibimos la respuesta que pensé que recibiríamos. La gente era cruel, decían que era un muerto viviente, que andaba por ahí con una diana en la cabeza. Daba miedo». El 16 de mayo de 2005 recibió el premio John F. Kennedy Profile in Courage Award, en reconocimiento a su valentía al destapar los abusos de Abu Ghraib.
Con información de Democracy Now, Clarín y WikiLeaks.