El hijo de Carmen Barbieri volvió a ser epicentro de una bomba mediática, su escandalosa separación de Sofía Aldrey por sus reiteradas infidelidades no solo colocó a Bal en el ojo de la tormenta, también perjudicó a terceras personas. La delgada línea entre el derecho a la información y el derecho a la intimidad.
Chats eróticos, panelistas compitiendo por la primicia, violencia contra mujeres, espionaje y hasta un lavarropas inteligente, fueron los ingredientes de la mayor filtración de información en el mundo del espectáculo argentino y si bien afectó a los protagonistas -el influencer Federico Bal y la heredera Sofía Aldrey- las mujeres involucradas fueron las más perjudicadas al quedar expuestas sin su consentimiento en el prime time de diversos medios de comunicación.
La filtración de Bal es una prueba más de que la difusión de audios, imágenes o chats privados por parte de periodistas es cada vez más frecuente. Si bien la cobertura mediática se centró en la infidelidad en las parejas, el caso interpela la tensión existente entre el derecho a la libertad de expresión y el derecho a la privacidad y muestra que pese a ser jurídicamente reprochable, la invasión a la privacidad de las celebridades es una práctica habitual socialmente aceptable y hasta exigida por un creciente y competitivo mercado de consumidores de chismes y escándalos.
En la primera semana de febrero, Yanina Latorre -panelista de LAM (América)- reveló que Aldrey puso fin a la relación con Bal tras tres años de noviazgo. “Sofía lo dejó por infidelidades reiteradas. Lo descubrió porque tiene una aplicación en el celular desde el que puede manejar el lavarropas de su casa. Es uno de esos lavarropas modernos. Y entonces vio cómo Fede, cuando se iban las minas de la fiesta, a las tres de la mañana, prendía el lavarropas y lavaba las sábanas”, remarcó en el programa de Ángel de Brito.
A continuación, Latorre contó que Aldrey accedió al Instagram de Bal desde la computadora y se encontró con conversaciones eróticas de él con otras mujeres. “Son todos chats hot”, subrayó la panelista.
Una de las involucradas fue la actriz Claudia Albertario. Leyendo de su teléfono celular, Latorre transcribió las conversaciones eróticas entre la actriz y el influencer. Al día siguiente Albertario emitió un comunicado vía Instagram en donde reconoció el vínculo con el hijo de Carmen Barbieri, aclaró que su estado civil es “soltera” y recalcó que es una mujer “libre y dueña de sus actos”.
La disputa por la primicia continuó y tras la filtración de Albertario llegó el nombre de Estefi Berardi, compañera de Latorre en LAM y de Barbieri en Mañanísima (Ciudad Magazine). La encargada de difundir la información fue Marcela Tauro en Intrusos (América).
Tras esta noticia, Berardi y Latorre tuvieron un cruce durante el programa en vivo de LAM. Berardi negó haber tenido relaciones sexuales con Bal y dijo que pidió a sus abogados Fernando Burlando y Martín Leguizamón que inicien acciones penales y civiles por daños y perjuicios contra Marcela Tauro.
Después de una semana y media del escándalo, Bal habló sobre lo sucedido y aseguró que se comunicó con Burlando para pedirle que no inicie acciones legales en contra de su exnovia. “Lo que ella (Aldrey) pudo haber hecho queda en un ámbito de nosotros, de nuestra relación, claramente público porque lo expuso, pero no quisiera que tuviera ningún tipo de problema judicial” declaró Bal al programa Intrusos. Pero al día siguiente, en LAM, Berardi advirtió que no dará marcha atrás con su demanda.
Los delitos contra la intimidad son hechos punibles porque implican la invasión de privacidad de un tercero. La Ley 26.388 establece una pena de prisión de un mes a un año por publicar contenido obtenido ilegítimamente. La Comisión de Reforma del Código Penal incluye un nuevo delito con el objetivo de proteger la intimidad, conocida en la jerga como “porno venganza”.
Este tipo de extorsión consiste en la difusión no consentida de imágenes o videos íntimos en redes sociales, servicios de mensajería instantánea y cualquier tipo de medio social donde se comparte información.
Por otro lado, el derecho a la información es reconocido de manera internacional en Tratados como la Convención Americana de Derechos Humanos, que establece: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección”.
Mientras que la Convención destaca al derecho de informar, informarse y buscar información, la Constitución Nacional subraya el derecho a la libertad de expresión como el de “publicar las ideas por la prensa sin censura previa”.
Retomando el caso de Berardi-Bal, Martín Leguizamon, uno de los abogados de la panelista indicó que se trata de una clara violación a la intimidad y que el derecho a la información no aplica en esta circunstancia. “Es la primera vez que escucho y leo, en 34 años de abogado, que chats privados de una charla privada entre dos personas, difundidos contra la voluntad de ambos o uno de ellos, y obtenidos de modo ilegal, son de interés público”, escribió en sus redes sociales.
Consultado por Filtraleaks, el letrado ratificó que el caso Bal no pone en juego la libertad de expresión. “Acá hay una flagrante violación a la intimidad y un violento ataque a una mujer. Alguien se introdujo ilegalmente a un dispositivo para acceder a supuestos chats que nosotros desconocemos violando la privacidad de Estefi y la Ley Integral de la Defensa de la Mujer.”
Leguizamón explicó que a pedido de su clienta él y su socio Burlando presentaron dos denuncias, una en la justicia civil pidiendo una medida cautelar que prohíba la difusión de los chats que mencionan a Estefi, y otra en la justicia penal por acceso indebido a un dispositivo electrónico pidiendo que se averigue y castigue al autor o autora de ese delito, que en este caso vendría a ser Aldrey, aunque el abogado señaló que la denuncia penal no es en contra de nadie en particular. “No accionamos contra Tauro ni contra América. Estefi no busca ningún resarcimiento económico, solo que cesen los ataques a ella en los medios. Repito, acá no hay ningún ataque a la libertad de expresión. Cero.”
Leguizamón señaló que la denuncia penal fue ratificada y se encuentra en trámite pero no quiso revelar en qué juzgado. “A mí me gusta trabajar en silenció,” explicó. En cuanto a la denuncia civil, radicada en Juzgado Nacional en lo Civil y Comercial N° 45 a cargo de Carlos Goggi, el juez hizo lugar a la medida cautelar solicitada por Berardi, informó el sitio Palabras del Derecho el 14 de febrero.
En su fallo, el magistrado analizó los derechos en pugna, o sea, el derecho de los periodistas a no ser censurados y el interés público versus el derecho a la intimidad de las involucradas y el derecho de las mujeres a no ser víctimas de actos de violencia. Goggi concluyó que en este caso deben prevalecer los derechos invocados por los defensores de Berardi.
“No se trata, entonces, de un acto de censura previa, si no de procurar la forma en que se detenga una sucesión de actos gravísimamente lesivo de la intimidad y el honor de una mujer,” escribió el juez. “La difusión de conversaciones privadas, sean legítimas o no, que no refieren a ningún hecho de interés público, como máxime cuando su contenido resulte presumiblemente lesivo, tanto al honor como a la intimidad de los eventuales involucrados, no puede justificarse en una garantía cuya finalidad es definitivamente otra».
El abogado de Estefi Berardi elogió el fallo de Goggi. “Ya habló la justicia civil y la cautelar está firme. Falta que hable la justicia penal. No tengo nada que agregar.”
Sin embargo, el abogado especialista en libertad de expresión Cristian del Rosario señala que sistemas legales como el argentino tienden a ser muy protectores del derecho de los periodistas a transmitir información. “La tensión entre los derechos como la libertad de expresión y el derecho a la intimidad -que comprende el de honor y dignidad de las personas- no es novedosa, existe desde siempre y en todas las sociedades. En nuestro país, al igual que en los mayores sistemas liberales democráticos, la libertad de expresión está fuertemente protegida y en general prevalece la mayor parte de las veces en que se la cuestiona, ya que se prefiere tolerar cierto exceso de la prensa para que la sociedad acceda a información y análisis crítico de funcionarios o personas públicas”.
En este sentido, nombró a la doctrina de la real malicia, y advirtió que el estándar que se le exige a la prensa es que, en el caso de tener constancia certera de que lo publicado es falso, podría ser responsable por los daños que provoque.
Pero en el caso concreto de la filtración de Bal, del Rosario coincide con los abogados de Estefi Berardi en que desde el punto de vista legal la difusión de los chats no se justifica. “No se advierte en la filtración de Bal que tal información sea útil al derecho de la sociedad y por eso no corresponde proteger su difusión bajo el paraguas del derecho a la libertad de expresión. Tampoco se advierte que sea de interés público el que Bal haya tenido romances y aventuras, ni su difusión cuando afecta a la intimidad, decoro y dignidad de personas que no consintieron esa exposición”, continuó del Rosario.
El abogado explicó que la Ley 26.388 de los llamados “delitos informáticos” que podría caberle a Aldrey pero no a los periodistas. “Esa ley se refiere a lo que llamábamos el delito de violación de la correspondencia, actualizado a las plataformas de comunicación e intercambio digital. El hackeo es un delito como lo es abrir una carta, por un tercero que no es emisor o destinatario”.
Consultada por LAM, Aldrey criticó a Bal, ratificó el contenido de los chats y dijo que no va a referirse más en público al caso. “Él es un manipulador que da vuelta todo, como lo hizo con Sol (Báez, otra exnovia). ¿Yo por qué voy a mentir, qué gano con todo esto? No quiero fama ni estar en la tele.” Filtraleaks intentó contactar a Aldrey pero no pudo ubicarla.
En cambio Latorre y Tauro sí respondieron a consultas de este medio y ambas dieron a entender, cada cual a su manera, que las filtraciones como la de Bal son habituales en el mundo del espectáculo, donde las celebridades son tratadas por algunos periodistas y corporaciones como personas sin derecho a la privacidad. Las panelistas dieron a entender que para las empresas de medios la difusión de conversaciones privadas de celebridades se reduce a una simple ecuación de costo-beneficio, sin tomar mucho en cuenta los sentimientos de los perjudicados.
El intercambio con Latorre vía WhatsApp fue breve y la panelista procedió a borrar sus respuestas segundos después de escribirlas:
Filtraleaks: ¿Qué opinas sobre las celebridades, tienen derecho a la privacidad? ¿Cuál fue el razonamiento que tuviste al momento de decidir dar a conocer los chats de Bal con diferentes mujeres?
Latorre: -¿Vos vas a publicar y me cuestionás a mí? ¿Qué decís? ¿Razonamiento?
Filtraleaks: No te estamos cuestionando, es un análisis sobre el derecho a la intimidad y la libertad de expresión. Queríamos saber tus fundamentos al momento de decidir dar los chats.
Latorre no contesta.
A su turno, Tauro señaló en un audio que la decisión de difundir los chats la tomaron las autoridades de América previa consulta al departamento legal del canal. “Mirá, en realidad a nosotros nos llegó como nos llega todo y no decido yo, lo decide un grupo de producción y va a abogados de legales del canal. Y una vez que hablitaron lo pasamos. Fue así. No fue una cosa descabellada. Eso lo que pasa generalmente cuando llega algo acá, al programa.”
Para un reconocido presentador de programas de espectáculos y periodista, que pidió no ser nombrado, la filtración de Bal no se justifica pero responde a las necesidades del mercado informativo. “Aldrey actuó por despecho y desde el enojo sin detenerse a reflexionar en todo lo que se podría generar. En el mundo del espectáculo hay que darle a la gente lo que quiere consumir y la verdad es que a gran parte del público le gusta lo oscuro de las cosas,” analizó.
En cuanto a la actitud de los medios y de sus comunicadores, consideró: “Está en el periodista que recibe la noticia darla o no, en su tranquilidad espiritual y mental porque vos sabes que hay una parte a la que la haces pelota. Ahí es donde te pones a pensar, ¿se difunde o no se difunde esto? Yo no lo haría”.