En un clima internacional marcado por la vigilancia estatal, la criminalización del periodismo y los crecientes ataques contra quienes denuncian abusos de poder, The Guardian presentó este mes una herramienta tecnológica que busca salvaguardar una pieza clave del periodismo libre: las fuentes anónimas. Esta iniciativa se enmarca en una etapa especialmente riesgosa para quienes filtran información sensible, ya sean funcionarios, trabajadores de empresas o ciudadanos comunes con acceso a documentos de interés público.
Una solución técnica innovadora basada en el anonimato digital
La nueva plataforma, bautizada internamente como «Guardian SecureDrop», permite a los potenciales filtradores enviar material confidencial de manera totalmente cifrada, a través de la red Tor, y sin dejar rastros en sus dispositivos. Pero lo que la distingue de otros sistemas de denuncias seguras es una innovación crucial: las filtraciones quedan ocultas en el flujo cotidiano de datos de navegación del propio sitio web del periódico.
Filtraciones camufladas entre el tráfico común de lectores
La herramienta aprovecha el tráfico habitual de los millones de lectores que visitan The Guardian cada día. De ese modo, cuando un usuario realiza una filtración, su información viaja por los mismos canales técnicos que usan los lectores comunes para cargar noticias, ver imágenes o interactuar con los artículos. Esta “capa de ruido” actúa como escudo, dificultando enormemente que cualquier actor externo –como agencias de inteligencia o empresas de vigilancia– identifique que se ha producido una comunicación sensible.
Inspiración en el modelo de guerra cibernética
Tal como explicó el ingeniero en seguridad Micah Lee, uno de los consultores del proyecto, esta tecnología adapta estrategias empleadas en el ámbito de la ciberseguridad militar y las aplica al periodismo. «Es como si disfrazáramos cada mensaje secreto dentro de una multitud», señala. Se trata de una técnica conocida como “obfuscación del tráfico”, que había sido teorizada desde hace años pero que rara vez se había aplicado a medios de comunicación a gran escala.
¿Cómo funciona para el usuario que quiere filtrar?
Para enviar información, la persona debe acceder al portal especial de The Guardian dentro de la red Tor. Allí puede subir archivos o escribir mensajes sin ingresar ningún dato personal, y todo el proceso está cifrado de extremo a extremo. Lo novedoso es que esta acción no activa ningún patrón de tráfico sospechoso, porque se mimetiza con los millones de solicitudes diarias del sitio. Además, se implementaron múltiples capas de seguridad para proteger tanto al denunciante como al periodista receptor de la información.
Un compromiso con la transparencia y la ética informativa
The Guardian enfatizó que esta herramienta no es un llamado indiscriminado a filtrar, sino un mecanismo para ofrecer seguridad a quienes tienen información de genuino interés público y temen represalias. Su equipo legal y editorial recuerda que la protección de fuentes está en el corazón de la ética periodística. «En un contexto donde decir la verdad puede costarte la carrera o la libertad, los medios deben estar a la altura», afirmó Katharine Viner, directora del medio.
Otros medios, atentos pero rezagados
Hasta ahora, solo un puñado de medios han adoptado medidas similares. ProPublica, The Washington Post y The New York Times también utilizan versiones de SecureDrop, aunque sin el componente de camuflaje dentro del tráfico web que distingue a la herramienta británica. Esto convierte a The Guardian en un pionero, especialmente considerando su histórico involucramiento en causas como los Panama Papers, las filtraciones de Edward Snowden y los Uber Files.