El enigmático informante y la megafiltración de Mossack Fonseca
En 2015, un informante anónimo bajo el alias “John Doe” (equivalente a “Fulano de Tal” en inglés) se puso en contacto con periodistas del diario alemán Süddeutsche Zeitung (Múnich). Afirmó tener en su poder una enorme cantidad de información confidencial del estudio jurídico panameño Mossack Fonseca, especializado en crear sociedades offshore. Aquella fuente entregó más de 2,6 terabytes de datos – más de 11,5 millones de documentos internos de Mossack Fonseca – que abarcaban casi cuatro décadas de operaciones, desde los años 70 hasta 2015. Se trató de la mayor filtración de la historia del periodismo, posteriormente conocida como los Panama Papers (Papeles de Panamá). Los documentos revelaron miles de correos electrónicos, contratos, registros financieros y documentos legales que exponían cómo clientes adinerados de todo el mundo ocultaban fortunas a través de sociedades opacas en paraísos fiscales.
Su motivación, según explicaría más tarde, fue desenmascarar un sistema global de corrupción e impunidad financiera. En un manifiesto publicado semanas después de la filtración, John Doe justificó su acción denunciando que la desigualdad y la corrupción sistemática estaban facilitadas por la industria de los paraísos fiscales, y que Mossack Fonseca y sus clientes debían rendir cuentas por sus delitos. Aclaró además que actuó por cuenta propia: “no trabajo para ninguna agencia de gobierno ni de inteligencia… comprendía la magnitud de las injusticias descritas”, escribió. Su condición de filtrador anónimo y la escala de la fuga de información plantearon desde el inicio tantas esperanzas de transparencia como interrogantes sobre quién estaba detrás de semejante revelación.
“Hola, aquí John Doe”: el contacto con Süddeutsche Zeitung y la colaboración global
El primer acercamiento de John Doe a la prensa ocurrió de forma tan discreta como sorprendente. Bastian Obermayer, periodista de investigación en Süddeutsche Zeitung, recibió un mensaje anónimo: “Hola. Aquí John Doe. ¿Les interesan unos datos?”. Obermayer y su colega Frederik Obermaier respondieron afirmativamente, sin imaginar inicialmente la magnitud de lo que estaban por recibir. A partir de entonces, John Doe comenzó a remitir archivos en cantidades colosales, con medidas extremas de seguridad para proteger su anonimato. Según relataron luego los propios periodistas, la fuente no pidió ninguna compensación económica, solo ciertas medidas de seguridad para resguardar su identidad. Al constatar que el volumen de datos era inmanejable para un solo medio, Süddeutsche Zeitung decidió compartirlos con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés). Durante un año entero, unos 400 periodistas de 107 medios en 76 países trabajaron coordinadamente investigando los documentos. Esta colaboración global permitió organizar, verificar y analizar los 11,5 millones de archivos, hasta que finalmente la historia se publicó en simultáneo mundial el 3 de abril de 2016.
La experiencia de Obermayer y Obermaier con John Doe. En entrevistas posteriores describieron cómo la comunicación con la fuente se mantuvo cifrada y en el más estricto secreto. Los periodistas nunca se reunieron en persona con John Doe, cuya identidad real desconocen hasta hoy. “John Doe” solo se comunicaba en línea, a veces con intervalos de silencio prolongados. En una entrevista con la revista Der Spiegel (donde años después trabajarían estos periodistas), revelaron que otros medios inicialmente desoyeron a la fuente: John Doe confesó que antes de acudir al Süddeutsche Zeitung había contactado sin éxito a periodistas de grandes periódicos de EE.UU. – The New York Times, The Wall Street Journal – que no mostraron interés. Fue gracias a la receptividad del equipo alemán que la filtración encontró cauce. Esa incertidumbre inicial dio paso a un minucioso proceso de verificación: los reporteros confirmaron la autenticidad de muestras de documentos y pronto comprendieron que estaban ante una bomba informativa sin precedentes.
Durante meses, John Doe proveyó datos a cuentagotas, mientras los periodistas ampliaban el acceso al material a colegas de confianza alrededor del mundo bajo la coordinación del ICIJ. La seguridad fue una preocupación constante: toda la comunicación se hacía mediante sistemas cifrados, y el equipo evitó dejar rastro que pudiera comprometer a la fuente. Finalmente, tras un año de investigación sigilosa, los Panama Papers salieron a la luz con gran impacto mediático global. John Doe, por su parte, decidió permanecer en las sombras.
Revelaciones de los Panama Papers y su impacto global
La publicación de los Panama Papers sacudió a gobiernos, empresarios y figuras de poder en todos los continentes. La investigación expuso cómo políticos, magnates, celebridades y criminales de diversos países escondían fortunas mediante sociedades offshore. En total se identificaron 214.000 entidades opacas vinculadas a personas de más de 200 naciones, incluyendo a 140 políticos de alto nivel (jefes de Estado, ministros, parlamentarios) de más de 50 países. Entre los implicados figuraban desde monarquías del Golfo, empresarios multimillonarios, hasta estrellas del deporte y el entretenimiento. Por ejemplo, los documentos señalaron al padre del entonces primer ministro británico David Cameron (Ian Cameron), a la leyenda del cine indio Amitabh Bachchan e incluso al futbolista argentino Lionel Messi, entre muchos otros.
Las consecuencias fueron inmediatas y contundentes. En cuestión de días, altos mandatarios mencionados en los Papeles de Panamá enfrentaron la furia pública y repercusiones políticas. El primer ministro de Islandia, Sigmundur D. Gunnlaugsson, renunció a su cargo luego de revelarse que su familia tenía intereses offshore no declarados. Similarmente, el primer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif, terminó siendo destituido tras una investigación derivada de la filtración. Hubo protestas multitudinarias en las calles de Reikiavik, Londres y otras ciudades, donde miles de ciudadanos expresaron indignación al descubrir cómo la élite eludía al fisco. En total, se abrieron miles de investigaciones penales y fiscales alrededor del mundo para indagar posibles delitos de evasión, lavado de dinero y corrupción expuestos en los documentos.
La presión de la opinión pública llevó también a reformas legales y medidas internacionales. Varios países aceleraron la promulgación de leyes más estrictas contra las sociedades pantalla y las jurisdicciones secretas, con el fin de cerrar los resquicios aprovechados por evasores. Gobiernos en Europa y otros continentes crearon registros de beneficiarios finales de empresas, endurecieron los controles bancarios e intensificaron la cooperación para perseguir la evasión transnacional. Incluso el propio paraíso fiscal de Panamá tuvo que mejorar sus estándares de transparencia bajo escrutinio global. Según datos oficiales, hasta la fecha los Estados han logrado recuperar más de 1.300 millones de dólares en impuestos adeudados y multas gracias a las revelaciones de los Panama Papers. La filtración se convirtió así en un catalizador para la lucha global contra la evasión fiscal y la corrupción, visibilizando prácticas antes ocultas y empujando a las autoridades a actuar.
Repercusiones en Argentina
Argentina fue uno de los países fuertemente impactados por las revelaciones de los Panama Papers. De hecho, la filtración mostró que el país tenía una alta participación en el entramado offshore: centenares de empresas y cuentas vinculadas a argentinos aparecían en los documentos, ubicando a Argentina entre las naciones con mayor número de beneficiarios de sociedades en paraísos fiscales. El caso más resonante fue el del entonces presidente argentino, Mauricio Macri, cuyo nombre surgió en la filtración por su vinculación con sociedades offshore como Fleg Trading Ltd., registrada en las Bahamas, y Kagemusha S.A., en Panamá. Macri figuró como director de Fleg Trading entre 1998 y 2009, pero no incluyó esta información en sus declaraciones juradas al asumir cargos públicos. Él argumentó que no tenía participación accionaria en la empresa y que fue creada por su padre, Franco Macri, para inversiones en Brasil. La justicia argentina investigó el caso y, en septiembre de 2017, el juez Andrés Fraga determinó que Mauricio Macri no fue socio ni accionista de las compañías, desvinculándolo de las acusaciones.
Sin embargo, en octubre de 2020 el entonces titular de la Inspección General de Justicia (IGJ), Ricardo Nissen, realizó una presentación judicial en la que pidió la nulidad del fallo express del juez civil Fraga, argumentando que la sentencia «fue redactada con la única intención de crear un blindaje jurídico al mandatario de la manera más rápida, expedita y segura posible”. Y agregó: «resulta absolutamente evidente que todo el proceso judicial de marras ha sido -cuanto menos- una ‘mise en scene’ de padre e hijo para evitar daños mayores a la carrera política de este último».
En 2025, Alejandra Macri, hija no reconocida de Franco Macri, presentó una demanda ante la justicia civil reclamando su parte de la herencia familiar. En su presentación, incluyó un listado de 398 empresas vinculadas al grupo Macri, incluyendo Fleg Trading Ltd. y Karter Trading Ltd., que aparecen en los Panamá Papers. Alejandra sostiene que estas sociedades forman parte del patrimonio de su padre y que deberían ser consideradas en la sucesión. A pesar de haber convocado a sus hermanos a una mediación, ninguno, incluido Mauricio Macri, se presentó .
Más allá del caso Macri, la filtración salpicó a numerosas figuras locales. Uno de los nombres destacados fue el de Lionel Messi, quien apareció vinculado a una sociedad offshore utilizada para manejar ingresos por derechos de imagen. En aquel momento Messi ya enfrentaba en España una causa por evasión impositiva, por lo que la revelación de que su familia tenía otra empresa en Panamá añadió presión mediática (aunque sus abogados alegaron que estaba declarada y sin actividad). También se identificaron decenas de empresarios argentinos, abogados y ex funcionarios en las listas de Mossack Fonseca, entre ellos participantes de anteriores gobiernos. Por ejemplo, Daniel Muñoz – ex secretario privado del fallecido ex presidente Néstor Kirchner – figuraba moviendo millones de dólares en el extranjero mediante empresas pantalla, dato que luego se incorporó a causas por corrupción conocidas en Argentina.
En términos institucionales, los Panama Papers también impulsaron cambios en Argentina. La exposición pública de mecanismos de evasión motivó que el país acelerara la firma de acuerdos de intercambio de información financiera con otras jurisdicciones. Organismos como la AFIP (autoridad fiscal argentina) reforzaron la búsqueda de activos no declarados de argentinos en el exterior y lanzaron programas de amnistía fiscal para repatriar capitales evadidos. El gobierno de Macri, bajo presión, promovió una ley de “Blanqueo” de capitales en 2016, gracias a la cual se declararon bienes por más de US$100.000 millones (incluyendo fondos de familiares del propio presidente). Asimismo, la sociedad empezó a demandar mayor transparencia: tras el escándalo, ganó impulso un proyecto para exigir que funcionarios públicos declaren ante la Oficina Anticorrupción si poseen cuentas o sociedades offshore.
“John Doe»: incógnitas, dudas y teorías en torno a la fuente
Durante los años que siguieron a la publicación de los Panama Papers, la figura de “John Doe” permaneció envuelta en el misterio. Salvo por un comunicado público en 2016 (su manifiesto titulado “The Revolution Will Be Digitized”), el informante guardó silencio absoluto. Recién seis años después, en 2022, John Doe rompió el silencio otorgando su primera entrevista a los mismos periodistas que recibieron la filtración, Bastian Obermayer y Frederik Obermaier – ahora en colaboración con Der Spiegel. La entrevista, realizada de forma remota y bajo fuertes precauciones, ofreció un vistazo inédito a la voz de la fuente anónima. John Doe afirmó que actualmente se encuentra a salvo, aunque vive con precaución constante. Confesó que todavía teme por su vida, especialmente debido a ciertas represalias. En particular, aseguró que el gobierno ruso “quiere verme muerto”. Esta declaración se relaciona con el hecho de que los Panama Papers expusieron fortunas ocultas de figuras cercanas al presidente ruso Vladímir Putin – por ejemplo, el violonchelista Serguéi Roldugin, amigo íntimo de Putin, apareció en los documentos vinculado a unos 2.000 millones de dólares, lo que derivó años después en sanciones europeas en su contra.
Otra de las teorías apunta al fondo buitre MNL capital. (ACA lo que pusiste de MNL Capita)l Aunque Ramon Fonseca no acusó directamente a una persona o entidad específica en sus declaraciones iniciales, una entrevista posterior en julio de 2017 con Revista Concolon sugiere sospechas hacia Paul Singer, un inversor estadounidense conocido por sus acciones legales contra los Kirchner de Argentina. Fonseca comentó: «Lamentablemente por ese caso nos metimos con alguien muy poderoso como Paul Singer… Es de temer, es muy hábil. Pudo haber sido él el que nos hackeó», implicando que Singer podría haber estado detrás del hackeo debido a sus intereses en exponer las finanzas de los Kirchner, cuyos vínculos con Mossack Fonseca fueron revelados en los Panama Papers.
La investigación forense reveló que los servidores de Mossack Fonseca tenían graves vulnerabilidades de seguridad informática, incluyendo faltas de actualización en su sitio web y sistemas de correo. Expertos señalaron que dichas fallas pudieron ser explotadas con relativa facilidad por hackers para extraer los 11,5 millones de documentos sin necesidad de contar con alguien adentro. Estos hallazgos dieron combustible a la idea de que “John Doe” tal vez no fuera un ciudadano común actuando por idealismo, sino la fachada de una operación de inteligencia más sofisticada.
Otra serie de teorías apunta a los intereses geopolíticos detrás de la filtración. Desde el momento en que estalló el escándalo, algunos gobiernos implicados denunciaron que todo podría tratarse de una campaña orquestada para perjudicarlos. El Kremlin ruso, por ejemplo, calificó los Panama Papers como parte de un complot occidental contra Rusia. El propio presidente Vladímir Putin sugirió que agencias oficiales de Estados Unidos estaban detrás de la divulgación de los documentos, citando señalamientos del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, en ese sentido. La ausencia de nombres prominentes de ciudadanos estadounidenses en la filtración original – prácticamente ningún político de primera línea de EE.UU. apareció mencionado – también alimentó suspicacias en redes sociales y ciertos foros. ¿Por qué un escándalo de alcance global no afectó a poderosos de Estados Unidos?.
Frente a este abanico de teorías, John Doe ha sostenido su versión de los hechos sin apartarse. En su manifiesto inicial dejó en claro que no era agente de ningún gobierno ni contratista de inteligencia, subrayando que actuó movido por principios y sin buscar influir en la política de ningún país en particular. Afirmó que su única “agenda” fue revelar la “magnitud de las injusticias” que había descubierto en los archivos. Los periodistas del ICIJ, por su parte, nunca encontraron indicios de que la filtración proviniera de otra fuente que no fuera la persona de John Doe. No obstante, hasta el día de hoy John Doe permanece en el anonimato, y ninguna investigación independiente ha logrado develar completamente su identidad ni el método exacto con el que obtuvo los datos. Mossack Fonseca cerró sus puertas en 2018 por el daño reputacional y económico sufrido, pero ni siquiera los esfuerzos legales de sus fundadores lograron atrapar al responsable de la filtración.
Con información de OCCRP, Reuters, Süddeutsche Zeitung / ICIJ, Der Spiegel, BBC Mundo, El País, Infobae, Hindustan Times.