Filtraciones que cambiaron la historia de Perú

Filtraciones

Por Carlos Noriega, desde Lima.

En los primeros días de septiembre la filtración de un audio tumbó a la presidenta del Congreso, Lady Camones. En ese audio, grabado y filtrado por uno de los asistentes a una reunión privada entre legisladores y dirigentes de la derechista Alianza para el Progreso, (a la que pertenece Camones), se escucha cómo la entonces titular del Congreso recibe órdenes del jefe de su partido, el excandidato presidencial César Acuña, para que apure la aprobación de una ley que éste esperaba que lo favorezca en sus pretensiones electorales para ser gobernador, y también para apoyar la destitución por el Congreso del presidente Pedro Castillo porque calculaba que esa postura le sumaría votos a su candidatura. El audio filtrado gatilló un escándalo, abrió una crisis en el Congreso y Camones perdió el puesto antes de cumplir dos meses como presidenta del Legislativo. Fue sustituida por otro legislador de la derecha.

Lady Camones, ex presidenta del Congreso Peruano.

“Vladivideos” y la caída de Fujimori

La filtración del audio de Camones es la última de una larga saga en Perú. La filtración más relevante, por lo que reveló y por sus consecuencias, ha sido la de los “vladivideos” en el año 2000, que confirmó en imágenes grotescas la gigantesca corrupción en el régimen de Alberto Fujimori y se tumbó su dictadura. El nombre de “vladivideos” se debe a Vladimiro Montesinos, jefe de facto del servicio de inteligencia del régimen fujimorista, que fue productor, guionista y protagonista central de esos videos. El 14 de septiembre de 2000 se difundió, para indignación del país y espanto del gobierno de Fujimori, un video que había sido filtrado desde los servicios de inteligencia, donde había sido grabado y guardado. Los peruanos vieron atónitos a Montesinos, el temido monje negro de la autocracia fujimorista que operaba en las sombras, entregándole rumas de billetes a un congresista, que había asumido su banca dos meses antes. Estaban en una sala del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). Mientras el legislador Alberto Kouri recibía sonriente los fajos de billetes, que sumaban 15 mil dólares, se escuchaba a ambos pactar el pase de Kouri de la oposición al oficialismo a cambio de ese soborno, pago que acuerdan repetir todos los meses.

 

El video fue letal para un gobierno que venía golpeado por masivas protestas populares contra la fraudulenta re-reelección de Fujimori meses antes y denuncias de corrupción y violaciones a los derechos humanos. El régimen autoritario se desmoronó con rapidez. Días después de difundido este video, Montesinos huyó del país apoyado por Fujimori, quien luego de unas semanas, en noviembre, también huyó.

Caído el régimen fujimorista, intervenido el SIN, comenzaron a difundirse uno tras otro más “vladivideos”, que se guardaban en el servicio de inteligencia, en los que se revelaba la entraña corrupta del gobierno de Fujimori. Políticos, empresarios, militares, propietarios de medios de comunicación, periodistas, jueces y fiscales, aparecían grabados recibiendo los sobornos que pagaba Montesinos, en su rol de encargado de los trabajos sucios del gobierno. Compraba respaldo, ataques a opositores, complicidad en negocios sucios, fallos judiciales, impunidad.

Fue el propio Montesinos quien grabó en secreto esos videos. Los guardaba como arma de chantaje si alguno de los sobornados no cumplía sus dictados. Pero esos videos también lo exponían a él y fueron su perdición, y la de Fujimori y su gobierno. Montesinos guardaba los videos en su búnker del SIN, que creía impenetrable, pero uno de ellos fue sustraído por una cercana colaboradora suya -se ha hablado mucho de que un asunto de celos motivó esa acción-, que lo filtró para que sea difundido.

https://www.youtube.com/watch?v=tel93EP18eM&ab_channel=ATVNoticias

“Petroaudios”, traiciones y “ratas”

Recuperada la democracia, en los siguientes gobiernos nuevas filtraciones generarían otros escándalos y crisis políticas. En octubre de 2008, el segundo gobierno de Alan García, que iniciaba su tercer año, fue impactado por la filtración de los llamados “petroaudios”, que pusieron al descubierto la trama de una millonaria corrupción. Los “petroaudios” revelaron las conversaciones de dos personajes cercanos a García –el exministro de su primer gobierno Rómulo León y quien fuera su abogado Alberto Químper, convertidos en activos lobistas con llegada a lo más alto del gobierno- negociando la entrega irregular de lotes petroleros a una transnacional. En los audios filtrados conversaban de cómo arreglar las licitaciones, de su cercanía con García, de la coima que cobrarían -llamada en esas conversaciones “honorarios de éxito”- y festejaban el ilícito y millonario negocio petrolero que habían cerrado. En otros audios también se hablaba de licitaciones para la construcción de hospitales y cárceles.

El gobierno, duramente golpeado, persiguió a quienes habían grabado y filtrado esas conversaciones hasta identificarlos y detenerlos. Fueron acusados de realizar grabaciones ilegales. Resultaron ser marinos en retiro que habían estado ligados a los servicios de inteligencia. García los conocía y se sintió traicionado. Había recurrido a ellos para espiar en la campaña electoral de 2006 a su rival Ollanta Humala.

García, un experto en eludir responsabilidades en las múltiples acusaciones de corrupción que marcaron su carrera política, como ya había demostrado en su primer gobierno (1985-1990), reaccionó a la denuncia de corrupción desmarcándose de sus allegados puestos al descubierto, a quienes en un mensaje por televisión llamó “ratas”. Por los “petroaudios” el jefe del gabinete ministerial, Jorge Del Castillo, un poderoso político del entonces partido de gobierno, involucrado en esa trama de corrupción, tuvo que renunciar y cayó todo el gabinete. Del Castillo nunca fue llevado a los tribunales por esos hechos. León y Químper fueron detenidos y procesados. Pero García, una vez más, salió librado de responsabilidades. Sin embargo, este escándalo de corrupción marcó su segundo gobierno. Años después, cuando ya no era presidente, García se suicidaría cuando iba a ser detenido por otro caso de corrupción, relacionado a la constructora brasileña Odebrecht, del que no había podido zafar.

El ex presidente Alan García, a la izquierda durante su primera asunción en 1985, a la derecha en su segunda en 2006.

Las agendas de Nadine

En 2011, cuando comenzaba el gobierno de Ollanta Humala, un audio filtrado expuso a su vicepresidente, Omar Chehade, negociando sus influencias para favorecer a una empresa en una disputa legal por la propiedad de una azucarera. Chehade fue obligado a renunciar. Tiempo después, el gobierno humalista sería remecido hasta tambalearse por la filtración de cuatro agendas personales de la primera dama, Nadine Heredia. Las agendas fueron robadas de la casa de familia Humala por alguien con acceso a la vivienda que no ha sido identificado. En esas agendas había anotaciones sobre significativas transferencias en sus cuentas y las de familiares y amigos, y una relación de personajes con apuntes de montos de dinero al lado. La filtración puso contra la pared a Humala. Su gobierno quedó seriamente afectado. El caso está en el Poder Judicial.

Una mafia judicial

Durante el gobierno de Martín Vizcarra, otra filtración impactó al país y cambió el escenario político. Era julio de 2018 cuando se revelaron audios que pusieron al descubierto una mafia judicial, que sería conocida como “los cuellos blancos”, ligada a empresarios y al fujimorismo. Los audios expusieron cómo se negociaban y compraban sentencias judiciales y nombramientos en la magistratura, y cómo se operaba para beneficiar a determinados políticos. Los implicados llegaban hasta la Corte Suprema, la Fiscalía Suprema, el Consejo Nacional de la Magistratura que designa a los jueces y fiscales, y el Congreso. En una de esas conversaciones, un juez supremo, ahora prófugo, habla de apoyar a Keiko Fujimori para tumbar en la Suprema el proceso por lavado en su contra y organiza una cita con ella, a quien llama “la señora K”. La revelación de los audios abortó ese plan. Cayeron jueces, fiscales y empresarios. El Consejo de la Magistratura fue desactivado y reemplazado por un nuevo organismo. Las investigaciones y procesos judiciales por este caso continúan.

Los audios de “los cuellos blancos” fueron grabados legalmente por una disposición judicial en el marco de una investigación policial a una organización dedicada al narcotráfico. Las escuchas revelaron los contactos judiciales de la organización y llegaron hasta importantes magistrados, lo que puso al descubierto la mafia judicial y sus contactos políticos y empresariales. Advertidos de la existencia de esos audios, jueces y fiscales de alto nivel involucrados comenzaron a maniobrar para cortar el asunto y evitar que trascienda. Es frente a ese riesgo que personas relacionadas con el caso decidieron filtrar los audios para evitar que la mafia judicial haga caer la investigación que se iniciaba.

“Mi bebito fiu, fiu”

La filtración que reveló la existencia de esta mafia judicial cambió el escenario político: debilitó al fujimorismo que controlaba el Congreso y trataba desde ahí proteger a los magistrados de “los cuellos blancos”, y fortaleció a Vizcarra, que sumó apoyo popular al respaldar públicamente las investigaciones de este caso. Pero un año después otra filtración sacaría a Vizcarra de la presidencia. Se trató de las declaraciones ante la fiscalía de tres empresarios en las que señalaban que años atrás habían pagado coimas a Vizcarra cuando éste era gobernador para ganar licitaciones. Basados en esas acusaciones, que estaban en investigación, la oposición parlamentaria destituyó al presidente. El caso sigue en investigación.

Este año, la filtración de un asunto de la vida privada de Vizcarra, que buscaba golpear al expresidente en sus pretensiones políticas, terminó teniendo un efecto contrario al buscado. Se filtraron conversaciones por WhatsApp entre el expresidente y una supuesta amante, usadas para atacar a Vizcarra. En base a esos diálogos privados se armó en tono de parodia la canción “Mi bebito fiu, fiu”, que pretendía ridiculizar a Vizcarra haciendo mofa de esas conversaciones. El tema musical se hizo viral, pero lejos de lo que esperaban los promotores de la filtración y la canción, esto no solo no hundió a Vizcarra, sino que éste aprovechó la renovada popularidad que le dio “Mi bebito fiu, fiu” para relanzar su figura política venida a menos en presentaciones públicas en las que comenzó a disfrutar una popularidad que había perdido. Pero esa renovada popularidad puede ser efímera.

Estas son filtraciones que han impactado la política peruana en los últimos tiempos, en unos casos decisivamente, produciendo giros dramáticos en el escenario nacional.