El periodista Santiago O´Donnell estuvo como invitado en Cómo la ves, el programa conducido por el colega Gabriel Sued, en Futurock, donde habló de filtraciones, filtradores, Lago Escondido, Causa Cuadernos, Odebrecht y de los cables de WikiLeaks que le entregó el propio Julian Assange.
Filtraciones, el último refugio del periodismo
O´Donnell brinda su mirada respecto de la actualidad del periodismo y la razón por la que optó por dedicarse a las filtraciones. “El paradigma del periodismo es el equilibrio, que es lo que se ha perdido, Para mí el nuevo periodismo militante o el nuevo periodismo corporativo no es periodismo, es propaganda y publicidad, por eso me dedico a las filtraciones donde no existe esa posibilidad».
El editor de la sección El mundo de Página 12, se refirió a Filtra Leaks y describió el eje del trabajo que se realiza en base a las filtraciones. “Es el primer sitio del mundo dedicado a las noticias y el análisis de filtraciones. Nosotros subimos tres, cuatro o cinco notas por día vinculadas a filtraciones en todo el mundo. Por un lado, la idea es dar a conocer que hay muchas más filtraciones de las que pensamos y son muy importantes. Casi te diría que es el último refugio del periodismo.
Lago Escondido, Odebrecht y la Causa Cuadernos
El periodista, durante la entrevista se refirió a tres casos emblemáticos atravesados por filtraciones y la utilización que le dio la Justicia, tanto en Argentina como en Brasil. “Hay un tema que no se conoce mucho y no se entiende mucho, que es el del acceso a la información. A mí me pegó mucho todo lo que fue la filtración, para mí la más importante de los últimos años acá en la Argentina, que es la de Lago escondido. Enseguida todos los periodistas empezaron a hablar de la ‘grabación ilegal´’. ¿Quién dijo que es ilegal?
Hace poco hubo una sentencia en Brasil con el caso de Odebrecht, en la que directamente se usaron los audios para exculpar a Lula y a Odebrecht. La Corte Suprema usó una filtración.
En el caso de los cuadernos, me parece que nunca hubo tantas pruebas en la historia Argentina en contra de los grandes empresarios. Vos pensá: la cantidad de guita que tienen esos empresarios y el nivel de abogados que tienen. En los últimos 100 años ni un Techint ni un Macri, ni un Paolo Rocca, nunca tuvo que sentarse a contestar nada y de repente los tipos, al entrar al programa de arrepentidos, directamente están admitiendo un delito.
Porque vos no podés arrepentirte si no estás reconociendo un delito. Entonces, para que un Paolo Rocca, un Calcaterra confiese un delito es porque los tenés hasta las manos. Lo importante no eran ni los cuadernos ni las fotocopias. El problema es que el tipo decía: ‘estuve en tan baulera tal día, puse tantas valijas’ y después se comprobó.
Ahí pasaron varias cosas, en primer lugar te diría que hubo una reacción del kirchnerismo entendible, pero para mí no fue buena, porque teóricamente a quien pagaba las coimas era al gobierno de Cristina. Entonces salió una cosa defensiva a decir ‘no esto de los cuadernos es todo un invento, es toda una porquería, es una venganza por lo de D´alessio y Stornelli. Mentira, no era una venganza, porque había pruebas y era una gran causa.
Me hubiera gustado que digan ‘sí, Cristina no tuvo nada que ver, pero esto es una causa muy importante, vamos para adelante’. O sea, es la primera vez en la historia que podemos sentar a estos tipos que vienen pagando coimas hace 40 años, que tenemos las pruebas y las podemos agarrar.
Después siguió lo de Stornelli y Bonadío, impresentables, por no grabar las confesiones; también apareció el Liquid Paper y la manipulación de la prueba. Entonces la causa fue perdiendo cada vez más importancia, en medio de este debate ideológico, donde la mitad de Argentina se mataba de risa y decía que esto era una porquería Y ahora terminamos con el último golpe en el cajón de la causa cuadernos, que es el fallo de Casación.
Cuando se le preguntó acerca de los distintos tipos de filtraciones, O´Donnell respondió que no todas son buenas ni éticas. También profundizó en los criterios que utiliza para clasificarlas. “Yo no apoyo cualquier filtración. Te doy un ejemplo, ¿viste lo del chat la famosa cheta de Nordelta? Era una mujer que decía cosas horribles, racistas, en un chat privado de WhatsApp. Ahora, esa mujer no ocupaba ningún cargo público ni función. Por más que el tema sea de interés público, no alcanza para violar su privacidad.
Vos en cualquier filtración tenés el derecho a la privacidad por un lado, y a la libertad de expresión y acceso a la información por el otro. Lo importante para mí es explicar que acceder a información nunca es robar información. La información no se puede robar, es imposible robar información. El mejor ejemplo me lo dio el propio Julian Assange: Si voy caminando por la calle con vos y te miro el reloj, sin pedirte permiso, ¿te estoy robando la hora?.
A la información, la sabés o no la sabés; accediste o no accediste, pero nunca hay un robo. Vos tenés en la Constitución, el derecho a acceder a la información. Por otro lado tenés leyes informáticas, tenés firewalls y obstáculos tecnológicos que tenés que superar para llegar a esa información. Ahora, una ley que te prohíba acceder a tal sitio web, puede ser una ley municipal o una ley nacional, pero yo tengo la Constitución que dice que tengo derecho a acceder a información de interés público. Entonces si yo hackeo una cuenta, me la llevo y la publico, lo único que hago es publicar, no la uso ni para extorsionar ni para robar ni para apretar a nadie”.
El autor del libro ArgenPapers, da un claro ejemplo del poder y de la necesidad de las filtraciones y los filtradores. “Yo sé que vos sos un chorro y que en tu whatsapp voy a descubrir las pruebas de que sos un chorro, consigo tu WhatsApp y lo público. Yo me banco cualquier corte, lo puedo defender. Digo: ‘si este es mi derecho. La información es de interés público’.
A los periodistas, como bien sabemos, no nos pueden tocar. Cualquier información que agarremos por más sucia que sea por más que venga del chorro más grande del mundo, si la información es verídica, tenemos derecho a publicarla y nadie nos va a hacer juicio.
Pero la barrera era con la fuente, que muchas veces quedaba expuesta e iba presa, como Chelsea Manning. Ahora hemos llegado a un nivel tecnológico donde la diferencia entre la fuente y el periodista dejó de existir, porque prácticamente todos publicamos. Todos tenemos Twitter. No es como antes que había cuatro diarios que publicaban y los demás no eran periodistas. Entonces si todos somos periodistas y todos podamos publicar, esa distinción entre fuente y periodistas me parece que tiene que tender a desaparecer. Con lo cual, todos nosotros deberíamos poder filtrar información.
Acá en la Argentina lo más difícil es luchar, más que con un tema legal, contra la cultura del buchón. ‘Si entregas documentos sos buchón’. No, si estás entregando documentos estás aportando a la democracia, porque si la información no circula y queda en pocas manos es como cuando no pueden circular las personas, las democracias mueren.
Entonces vivimos en la era de la transparencia donde todo se sabe, pero muy poca gente tiene acceso a esa totalidad de la información. Sin la democratización, con la información en manos de unos pocos poderosos, me parece que las democracias mueren”.
Periodistas, políticos y servicios de inteligencia
O´Donnell brinda su mirada respecto a la información filtrada por los servicios de inteligencia. “Hay periodistas que tienen mucha cercanía con los servicios de inteligencia y consiguen cosas, y a mí no me parece mal. Lo de Lago Escondido seguramente salió de los servicios de inteligencia. Me parece que -el diputado nacional– Rodolfo Tailhade es otro tipo que tiene muy buena relación con los servicios. A mí no me importa, yo trato de huirle a los espías porque creo que una vez que sos espía, lo sos toda la vida”.
La entrega de las filtraciones sobre Argentina de parte de Julian Assange
El autor del libro Argenleaks, donde se publicaron miles de filtraciones sobre Argentina obtenidas por WikiLeaks, relató en el estudio de radio el momento en el que arribó al país después de obtener la información del propio Assange. “Mira, yo te puedo asegurar que cuando llegué con los 30.300 cables de Argentina, sentía que estaba en el paraíso. Tenía cables del Departamento de Estado. A mí lo que me importaba era que los cables sean verdaderos, que esté confirmada la información y darla.
Tuve que sacar dos libros por lo que no me quiso publicar Página 12. Esa fue una negociación muy dura, porque yo me había comprometido ante Assange a publicar todo, igual que el diario. Fueron momentos muy difíciles que pasé. Pero si tenés esa montaña de oro, me parece que no es tanto de dónde salió, el tema es si es bueno».
Entrevista completa: