En enero de 2012, en una cadena de televisión italiana, el periodista Gianluigi Nuzzi revelaba el contenido de unas cartas enviadas a Benedicto XVI por el entonces arzobispo, nuncio en EEUU y ex secretario general del Governatorato de la Ciudad del Vaticano (gobierno que gestiona este Estado) Carlo Maria Viganó en las que denunciaba la «corrupción, prevaricación y mala gestión» en la administración vaticana.
El obispo ultraconservador había sido rival de quien se desempeñaba en ese momento como secretario de Estado Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, y al parecer eso le habría costado ser enviado a una importante distancia de San Pedro, Washington.
En una de esas misivas, Viganó denunciaba que los banqueros que integran el «Comité de finanzas y gestión» del Governatorato y de la Secretaría de Estado se preocupaban más de sus intereses «que de los nuestros» y que a finales de 2009 en una operación financiera «quemaron (perdieron) 2,5 millones de dólares». En otra reveló que la Fábrica de San Pedro, que se encarga del mantenimiento de los edificios vaticanos, presentó una cuenta «astronómica», de 550.000 euros, por la construcción del Portal de Belén que se colocó en la plaza de San Pedro en 2009.
Pocos días después, se siguieron filtrando más documentos secretos a más periodistas italianos: contenían historias que dejaban al desnudo una lucha constante por el poder, una carencia alarmante de transparencia financiera y de cumplimiento fiel con las normas internacionales contra el lavado de dinero. La denuncia sobre la corrupción en el Vaticano alertaba incluso sobre el pago de sobornos, o donativos, pedidos por algunos altos prelados para acceder a una audiencia con el pontífice.
Las otras filtraciones
Nuzzi, luego publicó el libo Sua Santitá: le carte segrete di Benedicto XVI (Su Santidad. Las cartas secretas de Benedicto XVI), reveló también unos informes sobre cardenales masones, una serie de cartas dirigidas por algunos obispos al Papa que los comprometían como encubridores de casos de pederastia
También había algunas menciones a un escándalo de prostitución con menores que parecía involucrar al expremier italiano Silvio Berlusconi, y otro informe que detallaba la fuerza de un lobby gay en la Curia, en el que se mencionaba una villa en las afueras de Roma donde los prelados pasaban horas de esparcimiento, por decirlo así, y varias otras denuncias sobre chantajes a obispos homosexuales.
El filtrador
Paolo Gabriele (abajo a la izquierda).
En mayo de 2012, apenas unos meses después de estallado el escándalo y de una investigación interna del Vaticano solicitada por Benedicto XVI, fue detenido Paolo Gabriele, mayordomo personal del Papa desde 2007.
Luego de allanar la casa de Gabriele, donde vivía con su mujer y sus tres hijos, las autoridades se llevaron ochenta y dos cajas de documentos, algunos originales y muchos fotocopiados, dos discos rígidos, un cheque por cien mil euros a nombre de Ratzinger firmado por la Universidad Católica de Murcia y varias pepitas de oro, donaciones ambas al Papa, y una edición muy valiosa de la Eneida, la epopeya latina narrada por Virgilio, edición de 1581.
El 30 de mayo de ese mismo año el sumo pontífice se refirió públicamente sobre el tema: “Los acontecimientos de los últimos días acerca de mis colaboradores han traído sólo tristeza a mi corazón. Quiero renovar mi confianza en mis más cercanos colaboradores y a todos los que día a día, con su lealtad y espíritu de sacrificio, me ayudan a cumplir”.
Gabriele fue enviado a una celda del Vaticano. En su defensa declaró: «Al ver el mal y la corrupción en todas partes en la Iglesia, llegué a un punto sin retorno. Mis frenos inhibitorios desaparecieron. Estaba convencido de que un escándalo, incluso mediático, podría ayudar a la Iglesia a retomar el buen camino».
El Papa lo visitó en su celda para otorgarle el perdón, le cedieron un puesto de trabajo en el hospital “Bambino Gesú” de Roma, que depende del Vaticano, a cambio de su silencio para siempre. Gabriele cumplió con su promesa hasta el día de su muerte en 2020 a los 54 años.
El periodista que publicó las filtraciones
El periodista, escritor y conductor de televisión, Gianluigi Nuzzi, en su libro sobre el escándalo Su Santidad: Los Documentos Secretos de Benedicto XVI, reveló cartas confidenciales y memorandos entre el sumo pontífice y su secretario personal. En él, describe al Vaticano como dividido por los celos, la intriga y la lucha entre facciones.También pone luz sobre las finanzas personales del entonces líder de la Iglesia Católica e incluye historias de sobornos para conseguir una audiencia con él.
Nuzzi también pidió por la libertad de Gabriele, cuando este fue señalado como el autor de las filtraciones.
«Pido al Santo Padre clemencia para su ex colaborador, que fue condenado por filtración de documentos de los cuales hizo llegar fotocopias al periodista que esto escribe», dijo Nuzzi en su pedido, publicado en varios medios italianos y franceses.
Nuzzi afirmó que Paolo Gabriele sacó a la luz verdades ocultas que en última instancia sólo afectaron a la Iglesia. Paolo Gabriele no reveló secretos diplomáticos o militares como en el caso «Wikileaks», destacó Nuzzi, quien agregó que si el papa indultaba a Gabriele la Iglesia demostraría que no es una institución poco transparente y conservadora sino que es capaz de perdonar.
El final del papado
Sacudido por el escándalo Joseph Ratzinger, de origen alemán, quien había sido elegido como líder de la Iglesia Católica en 2005 bajo el nombre de Benedicto XVI, renunció al trono de San Pedro el 28 de febrero de 2013, convirtiéndose en el primer papa en 700 años en renunciar por propia voluntad.
Luego de su alejamiento, se convirtió en papa emérito hasta su muerte en 2022 y fue reemplazado por el recientemente fallecido Jorge Bergoglio, el Papa Francisco.
Con información de BBC e Infobae.
