Tomás Méndez: filtraciones, espionaje y acomodos

Filtraciones

Luego de dar a conocer las filtraciones de los audios de Gabriela Michetti- Laura Alonso, donde la entonces vicepresidenta le pedía a la ex titular de la Oficina Anticorrupción, “despegar” a un amigo de una causa por corrupción, el periodista relata los pormenores de la filtración, los manejos de la justicia y los aprietes que recibió. La filtración tuvo una amplia difusión en los medios de comunicación en las últimas dos semanas, y en esta entrevista habla del origen y el soporte en que le llegó el audio. Méndez no revela la fuente de su exclusiva pero da a entender que las grabaciones provienen de agentes de inteligencia disconformes con el gobierno de Mauricio Macri.

 

-¿Cuál es el origen de esas filtraciones? 

-Mirá, yo no tomé contacto personal con ellos, pero es evidente que son funcionarios que han quedado enojados. ¿Qué haría cualquier delincuente común o gente de la AFI? Creo que le vendería la información a esos funcionarios, eso tiene un valor incalculable, no nos la traería. Los agentes de la AFI durante los cuatro años de Macri, dieron a conocer las cosas porque no les cumplieron económicamente lo que les habían prometido. Vieron que juntándose y haciendo un juego de espionaje podían ganar mucho dinero, y lo hicieron.  

Michetti es otra que debe estar muy enojada, porque uno dice «esta mujer no puede participar de eso» sin embargo es una de las activas participantes de toda esta situación, una de las creadoras.

-¿Cómo te llega la información?

-La info la recibí de un intermediario, yo creo que el tipo que la tiene trabajaba para un funcionario de cambiemos y le habían habilitado el Pegasus.

El formato en que la recibí es típico del software Pegasus. Lo hacen a través de un abogado. Yo no sé quien es, es ni lo conozco. Estoy seguro de que no pide dinero, lo cual me llama la atención y me confunde. El tipo se ve que les pinchó a sus mismos mandantes y ahora los mata.

-Entiendo que hay mucho más material.

-Muchísimo más. Primero hay que explicar que surge de ellos mismos. Ellos tenían el Pegasus (software espía para pinchar comunicaciones, de orígen israelí) a su disposición. Hubo «alguien» que se los facilitó y lo usaron. El problema es que, como no lo podía operar directamente un funcionario ponían a otros, y ellos son los que nos han traído teléfonos que son una bomba. El de (el operador judicial de Mauricio Macri, actualmente prófugo) “Pepín” Rodríguez Simón, el de (Mauricio) Macri, el de (el ex ministro de Defensa Jorge) Aguad, el de Laura Alonso, el de (el ex ministro de Economía Nicolás) Dujovne. Nos trajeron los chats de (el ex jefe de Gabinete) Marcos Peña. Una locura. 

Hay comunicaciones muy comprometedoras de jueces federales actuales, que asesoran a Laura Alonso para que Macri quede impune en los Panamá Papers. Están los chats donde dicen «Mirá Laura, hacé esto”, «No des la cara», «Se cae en dos días», «Decile a Mauricio que haga tal cosa». 

Hay números de cuenta en Suiza, en Uruguay, triangulación de dólares que hace Dujovne y los porcentajes que le cobra a empresarios para fugar divisas. Están las fotos de las cuentas. Por eso, ahora nos vamos a mover con más precaución.


-¿Tiene pata judicial de la denuncia?

-Ahora sí la va a tener. Estamos contratando un equipo jurídico para judicializar eso, y ver cómo lo comunicamos. 

-Por tu publicación de la filtración sufriste represalias. ¿Cómo fue el episodio?

-Me siguieron dos tipos en una moto, uno me rompe el vidrio del auto y me empieza a pegar. Reacciono peleando, cosa que parece que no se lo esperó. Se ve que quiso buscar el celular y no tenía idea de dónde estaba, entonces le agarré la mano y choqué el auto de adelante porque pensé que sacaba un arma y me pegaba un tiro. 

Claramente, cuando te van a apretar, quieren el celular. Facundo Melo, ex agente de la AFI (acusado en la causa por espionaje a Cristina Fernández de Kirchner), me contó una vez que él respondía órdenes de Silvia Majdalani, a través de Alan Ruíz (exdirector operacional de la AFI) , y que cuando querían saber quién se contactaba con tal otro, les mandaban a robar el teléfono. Incluso me dijo: «yo no iba, a mí me daban $600.000, conseguía un ladrón por $200.000, me quedaba con $400.000 y me traían el celular del que fuera». Me parece que esa es una metodología que siguen usando.

-¿Tuviste algún inconveniente para radicar la denuncia?

-No, pero me llamó la atención que no encontraran las cámaras. Es la Ciudad de Buenos Aires, es raro no tener identificado a los tipos y obviamente no ver cómo fue el hecho.  Cuando me llamó Santilli le dije: «Mirá Diego, yo ya sé quién es. No lo voy a decir, quedate tranquilo. Lo que necesito es que no lo hagan más».

-¿Tuviste otros episodios de ataques o aprietes?

-Sí, acá en Buenos Aires fueron tres, pero en Córdoba fue tremendo, anduve con chaleco antibalas, porque nos agarraron directamente con armas en zona céntrica y nos dijeron que no nos metiéramos más con la droga; entraron a casa y nos reventaron todo. Mataron a un policía y le pusieron una carta diciendo que se suicidó por mis investigaciones. Nos pusieron custodia de Gendarmería, pero nos dimos cuenta de que nos estaban haciendo inteligencia, por lo cual compramos de canuto un chaleco antibalas. La pasamos mal.

Eso fue en el año 2014, Berni era secretario de Seguridad de la Nación. Habíamos agarrado a un narco que vendía granadas de mano, droga a toneladas, y ya lo teníamos grabado vendiendo mil kg de droga. Entonces me vine a Buenos Aires a verlo a Berni, le di el teléfono del tipo para que lo pinchara. Le dije «ya está grabado, hacele media pinchadura y te va a dar todo. Si querés yo le compro los mil kgs, te los deja en un lugar y lo agarrás», y me contesta «No, pero te tengo que meter preso a vos». Entonces le digo «meteme preso, yo participo, no tengo problema». Ahí es que me dice «tu vida tiene fecha de vencimiento». Agarré, le saqué el teléfono, me fui y pasamos al aire eso. Eran tipos pesados que mataban gente. A partir de ese momento, quedé como acostumbrado a los aprietes. Entonces es como que no siento temor. 

-Estamos viendo que la prensa es atacada por muchos flancos. Un caso emblemático  es el de Julian Assange ¿qué opinión te merece su caso y los riesgos de ejercer el periodismo?


-Lo de Assange es una atrocidad. Es increíble que el mundo no salga ni tenga la chance de poder defender a un tipo que nos hizo tanto bien. Pero tampoco supimos aprovecharlo. Yo me imagino la frustración que debe tener respecto a nuestra reacción social en general.

A mí me pasó algo parecido en Córdoba. Yo creí que me llevaba puesto todo. Nosotros los periodistas por ahí somos muy inconscientes de lo que hacemos, porque no nos damos cuenta de que realmente el sistema está compuesto por políticos, Poder Judicial, pero también por periodistas. Nosotros creemos que estamos todos del mismo lado, pero evidentemente cuando vos exponés una realidad, te das cuenta de que no estás del mismo lado. 

Vos pensás que no te pueden hacer nada porque estás limpio. Yo he sufrido y padecido el armado de causas que eran tremendas, que nunca jamás imaginé que se iban a manejar de esa forma, con la complicidad de los medios de comunicación. Me armaron ocho causas. 

Para que veas lo de los armados mediáticos: hubo una llamada a la productora de Tomás Méndez diciendo que había una bomba. Toda una manzana céntrica de la ciudad estaba cortada por bomberos y policías. Los bomberos entraban haciendo mierda todo, y a los medios los llamaban y les decían que me estaban allanando por drogas. Cuando me di cuenta de eso, entendí lo que es el sistema. Yo creo que si Assange se hubiera dado cuenta, no lo hubiera hecho. Debe estar muy arrepentido, porque para la gente, por más que la realidad le explote en la cara, la verdad del sistema es mucho más fuerte que la realidad. 

-¿Creés que lo que encontró la fiscal Caamaño en la AFI responde a esos agentes enojados que, en vez de borrar esos discos los dejaron para que alguien los encuentre?

-Lo de la «Gestapo macrista» no salió de ahí, salió de Leandro Araque (ex espía de la AFI). Lo entregó porque lo estaban haciendo responsable. Hay varios videos, pero no los tenía la AFI, le dieron uno solo. Muchos de esos videos los maneja Araque, porque el que hacía todas las conexiones de las cámaras era un pariente de Melo. Tuve varias charlas con Melo y alguna con Araque. Obviamente se han quedado con material, y si van a hacerlos responsables del quilombo lo querrán dar a conocer, me imagino.

-¿Cómo fueron esas reuniones que tuviste con Facundo Melo?

-Me reúno a raíz de un artículo en el que figuraba, que él se había presentado ante la Justicia para denunciar a Alan Ruíz, por una operación que le había hecho a Moyano. El abogado de Melo era Daniel Llermanos (abogado de la CGT), quien me contactó con él. Me junté con él en un bar, en Pellegrini y Córdoba. Sacó el celular y yo no podía creer lo que me estaba mostrando. Entonces le dije que prefería hacerle la nota por lo que ya había denunciado. 

La segunda vez que lo fui a ver, lo grabamos con los muchachos, me volvió a mostrar el celular y cosas que eran tremendas. La última vez que estuve con él fue con Araque, en el estudio de LLermanos. De ahí nunca más lo vi, pero empezó a mandarme mensajes para que mostrara. 

-¿Pensás que va a llegar a buen puerto la denuncia que estás haciendo con respecto a Michetti-Alonso

-No, ninguna de las cosas que están sobre la mesa van a llegar a buen puerto. De eso estoy convencido, porque lo he visto. 

-¿Cuál crees que es el rol de la Justicia entre tanta escucha suelta, durante los últimos años?

-Ahí hubo complicidades de la Justicia muy fuertes. Servini de Cubría fue cómplice de las escuchas de Parrilli y Cristina , que fue una extensión de las escuchas a Parrilli por terrorismo, y donde el supuesto núcleo terrorista era la novia de Nisman, Florencia Cocucci.

De las escuchas a Cocuccí, surgían conversaciones muy familiares, daba hasta pena tener esa causa en la mano. Es una vergüenza lo que le hicieron a esa familia. En base a Cocucci, le pinchan el teléfono a Parrilli y ahí estaban las charlas con Cristina. Estaba claro que el objetivo era pincharlo a Parrilli. 


-Hablando de tomar riesgos. ¿Qué opinión te merece el Fallo de la Corte Suprema, que dejó sin efecto el pedido de que Santiago O´Donnell entregue su material periodístico a la Justicia?

-Te das cuenta de que no hay seguridad jurídica, de que no podés ejercer ni siquiera la ciudadanía, menos aún el periodismo. La Justicia no avanzó más porque no estaban dadas las condiciones. Pero si la derecha estuviera gobernando, sería otra cosa. Si hoy tuvieran las garantías en la Justicia para poder operar sobre él, no te quepa la menor duda de que tendría tres o cuatro causas abiertas. La verdad es que era un desafío fuerte a la democracia, y ese desafío lo podés hacer cuando tenés un poder político que te avale. Pero supongamos que hubiera estado Macri, yo no sé si el fallo de la Corte hubiera sido el mismo. De todos modos sí se llegó hasta donde se llegó, eso ya es increíble y da miedo.


-Si te menciono a  Comodoro Py, ¿qué te viene a la cabeza?

-Lo que pasa en Comodoro Py, es lo que pasa en todo el país. Es el ordenador del statu quo, del sistema de premios y castigos de quien sale o está adentro del sistema. Es un órgano colonizador y garantista de la colonización del país.


-¿Creés que todas las causas referentes al macrismo, van a naufragar en Comodoro Py?
-No cabe ninguna duda. Me parece que es como que no se toma conciencia real del daño que se le hace, no a un partido político, porque uno cuando juega en política sabe cómo puede terminar y cómo es el juego político, y me parece que siempre se aplica la ley creyendo que solamente se daña al político. Y no, esto daña en serio a la democracia. Hay falta de responsabilidad en ese sentido. No conozco juez que no haya ido a Estados Unidos para formarse, para un montón de cosas que, claramente dañan mucho a nuestra soberanía y democracia. 


-¿Qué te genera  que en las causas que llegan a la Justicia por tus investigaciones no hallen culpables?

-Sinceramente, hay como una cuestión vocacional que es bastante irracional, porque si uno lo hiciera para que tuviera resultados lo dejaría, claramente. Es como un impulso, que quizás no tenga ni siquiera sentido. Pero cuando tenés la información sentís que, como en el fútbol, tenés que hacer el gol. “¿Cómo no voy a hacer el gol, si tengo la pelota ahí?”.