La muerte de Suchir Balaji, el filtrador de OpenAI: siguen las dudas mientras publican nuevos hallazgos forenses

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Suchir Balaji, un exingeniero de OpenAI de 26 años y denunciante clave en demandas contra la empresa, fue hallado muerto en su apartamento de San Francisco el 26 de noviembre de 2024. Inicialmente, la policía y un informe de autopsia oficial del 14 de febrero de 2025 clasificaron su muerte como un suicidio por disparo, afirmando que no había evidencia de juego sucio.

Sin embargo, según el periodista James Li (@5149jamesli) en un hilo de Twitter publicado el 26 de marzo, nuevos hallazgos forenses han arrojado dudas significativas sobre esta conclusión, sugiriendo una alternativa que incluye la posibilidad de asesinato.

Li destaca que la familia de Balaji, en desacuerdo con el fallo de suicidio, encargó una autopsia privada que reveló signos de lucha, como un trayecto inusual de la bala y la presencia de cabello sintético en la escena, lo que podría indicar la intervención de otra persona.

Además, señala irregularidades en la investigación inicial, como una autopsia oficial completada en solo 40 minutos sin análisis toxicológico ni balístico, y cámaras de seguridad desconectadas en el complejo de apartamentos de Balaji en el momento de su muerte. Estos detalles, según el periodista, apuntan a posibles fallos o encubrimientos en el manejo del caso por parte de las autoridades de San Francisco.

Esta es la última grabación conocida de Suchir Balaji antes de su muerte. Varias otras cámaras de seguridad en su complejo de apartamentos, incluida una que cubría una entrada secundaria, se desconectaron misteriosamente cerca de su muerte

Las imágenes de la cámara corporal muestran a agentes del SFPD tocando y examinando la escena del crimen sin guantes, una flagrante violación del protocolo. No tomaron huellas dactilares, dejaron pruebas manchadas de sangre sin asegurar, y uno incluso bromeó diciendo que la escena parecía un «homicidio».

Cuando se realizó una autopsia privada, se revelaron pruebas cruciales que el primero había pasado por alto por completo, o ignorado. Primero, las tomografías computarizadas mostraron un segundo fragmento metálico alojado en su cráneo; en otras palabras, una posible segunda bala, algo extremadamente infrecuente en un suicidio.

El informe toxicológico generó aún más sospechas. Suchir tenía un nivel de alcohol en sangre del 0,178 %, muy por encima del límite legal. También tenía niveles extremadamente altos (superiores a 50 000 ng/mL) de GHB en su organismo, una droga utilizada para la violación en citas y comúnmente utilizada para incapacitar a las víctimas.

Según esos informes, Suchir habría estado gravemente incapacitado, posiblemente inconsciente, al momento de su muerte. Además, el arma encontrada en la escena no tenía sangre, ni tejido, ni salpicaduras en la espalda. Sus manos tampoco. Para un disparo a quemarropa en la cabeza, eso es prácticamente imposible.

La escena del crimen también contó una historia diferente a la narrativa oficial. Según el video publicado por el periodista James Li (@5149jamesli) en su hilo de Twitter, las habitaciones estaban desordenadas. Los muebles fueron movidos. Las salpicaduras de sangre sugerían que Suchir había estado de pie, arrastrándose y posiblemente forcejeando antes del disparo fatal.

El contexto de la muerte de Balaji agrega otra capa de sospechas: como filtrador, había acusado a OpenAI de violar leyes de derechos de autor al entrenar ChatGPT con material protegido, lo que lo convirtió en una figura clave en demandas multimillonarias contra la empresa. Su fallecimiento ocurrió pocos días después de ser nombrado testigo potencial en un caso liderado por The New York Times, lo que ha alimentado múltiples teorías y sospechas de represalias. Li subraya que estos eventos plantean preguntas críticas sobre si su muerte estuvo relacionada con su papel como informante en una industria de inteligencia artificial en plena carrera armamentística.

La familia ha demandado a la ciudad de San Francisco, alegando un encubrimiento, y ha exigido una investigación del FBI. Los nuevos hallazgos forenses mencionados por el periodista — como la posibilidad de haber sido drogado, un segundo disparo y una autopsia inicial defectuosa — intensifican el llamado a reexaminar el caso. Mientras la verdad sigue siendo esquiva, la muerte de Suchir Balaji se ha convertido en un símbolo de los riesgos que enfrentan los filtradores y de las tensiones éticas en el corazón de la revolución de la IA.

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