Una nueva filtración de documentos internos expone las propuestas formales que Hamás presentó en las negociaciones por un alto el fuego en Gaza, justo antes de que Donald Trump lanzara un discurso incendiario que, según líderes palestinos, saboteó deliberadamente las posibilidades de acuerdo. La información, obtenida por Drop Site News, muestra que Hamás había aceptado casi por completo el marco de 13 puntos discutido con mediadores de Qatar y Egipto, y que solo pedía enmiendas puntuales relacionadas con la ayuda humanitaria, la retirada israelí y el intercambio de prisioneros.
El jefe político de Hamás, Khalil Al-Hayya, acusó a Estados Unidos e Israel de operar de manera coordinada para hacer fracasar el acuerdo. “No aceptaremos que nuestro pueblo sea sacrificado por los trucos de la ocupación. O entra comida y medicina de forma digna, o no tiene sentido seguir negociando”, afirmó en un encendido discurso desde Gaza. Israel, señaló, usa las negociaciones “como herramienta para el hambre” mientras bombardea sin tregua y bloquea el acceso a agua y alimentos.
Los documentos filtrados revelan que Hamás había solicitado que la distribución de ayuda estuviera plenamente a cargo de Naciones Unidas y el Comité Internacional de la Cruz Roja, excluyendo la controvertida Gaza Humanitarian Foundation (GHF), creada por Israel y EE.UU. Esta entidad fue señalada por haber provocado la muerte de más de mil palestinos que intentaban acceder a raciones mínimas. Además, exigían la reapertura del cruce de Rafah con Egipto, vital para la población civil.
Otro punto clave de las enmiendas fue la retirada israelí: Hamás proponía que las tropas regresaran a las posiciones acordadas el 19 de enero, con ajustes mínimos. Israel, en cambio, pretendía zonas de ocupación que abarcarían hasta el 40% del territorio gazatí, incluyendo una franja de seguridad de hasta 4 kilómetros. Hamás logró que los mediadores reconocieran como “razonable” su propuesta de una retirada progresiva del corredor Filadelfia.
El marco original también preveía un intercambio de rehenes: 10 israelíes vivos y 18 cuerpos serían devueltos por Hamás. A cambio, el grupo exigía la liberación de 200 palestinos con cadena perpetua y otros 2.000 capturados desde el 8 de octubre, especialmente de Gaza. Además, por cada cuerpo israelí devuelto, propusieron liberar 10 cuerpos palestinos, 50 prisioneros adicionales y mujeres y menores designados por Hamás.
En paralelo a este proceso, Trump irrumpió en la escena con un discurso desde la Casa Blanca en el que acusó a Hamás de “querer morir” y llamó a “terminar el trabajo”. Según miembros del equipo negociador palestino, sus palabras no solo fueron sorpresivas sino estratégicas: buscaban aumentar la presión sobre Hamás y darle a Netanyahu tiempo para maniobrar internamente antes del receso del Knesset.
El enviado especial Steve Witkoff se sumó a la ofensiva mediática, declarando que un acuerdo “estaba casi listo” pero sin explicar por qué se había suspendido el diálogo. Para Basem Naim, otro líder de Hamás, se trata de una “estrategia de engaño”: Estados Unidos quiere aparentar voluntad negociadora mientras permite que Israel refuerce su ofensiva militar y prepare nuevas ocupaciones.
En efecto, tras la retirada israelí de las negociaciones en Doha, Netanyahu se reunió con su gabinete de seguridad para discutir un posible asedio total a Ciudad de Gaza, nuevas ocupaciones territoriales y asesinatos selectivos de dirigentes de Hamás en el extranjero. Israel también insiste en no ceder el control del corredor Filadelfia ni reabrir Rafah para el comercio y el tránsito de personas.
El senador republicano Lindsey Graham puso en palabras lo que parece ser el nuevo consenso en Washington: “No se va a negociar con Hamás. Hay que tomar Gaza por la fuerza, como se hizo con Berlín y Tokio”. Esa retórica militarista contrasta con los esfuerzos diplomáticos de Egipto y Qatar, que siguen apostando a un acuerdo y calificaron la suspensión como “parte normal de una negociación compleja”.
Mientras tanto, miles de civiles gazatíes enfrentan una hambruna sin precedentes. “La negociación es tan peligrosa como el campo de batalla”, advirtió Ghazi Hamad, uno de los negociadores de Hamás. “Lo que Israel no logró con bombardeos y hambre, quiere lograrlo con presión diplomática. Pero nosotros resistimos para alcanzar un acuerdo justo, no una rendición.”